
La fusión de estilos musicales supone una gran aportación a la creatividad, y contribuye a que el público disfrute de nuevos ritmos y armonías que permanecerían inexploradas en caso contrario: si no, que se lo digan a James Brown, que aunó como nadie Funk, Soul y Jazz en sus piezas.
Orígenes: primeros pasos y creación del Soul
Nacido en Carolina del Norte el 3 de mayo de 1933, de orígenes muy humildes y abandonado por su madre, el joven James se vio obligado a buscarse la vida con trabajos de todo tipo, y tuvo unos cuantos altercados con las fuerzas del orden, que le llevaron a pasar tres años en prisión y otros tres en un reformatorio.
Después de estos incidentes juveniles, su carrera musical dio el pistoletazo de salida con su incorporación al grupo de gospel The Starlighters (1953); un año después, una afortunada intercesión de Little Richard consiguió un contrato discográfico para la banda (renombrada entonces como The Famous Flames).
Su mayor logro consistió en llevar los modos de Iglesia inspirados en el gospel al R&B, en una época de revindicación racial en Estados Unidos: estaba naciendo el Soul.
Comenzando a fusionar estilos

En la década de los 60, el Twist hacía su aparición en las listas, relegando al R&B a un papel más secundario: Brown se percató que ser fiel 100% a su estilo original era incompatible con la supervivencia de su carrera, así que cogió elementos de jazz y twist y los fusionó con su R&B. El resultado fueron piezas como Night Train o Good good lovin‘.
El 24 de octubre de 1962, su banda actuó en el Teatro Apollo de Nueva York, y el propio Brown pagó de su bolsillo la grabación del concierto para utilizarlo como herramienta promocional: al año siguiente, tuvo lugar la producción y el lanzamiento de dicha grabación en el LP Live at the Apollo. Este fue uno de los primeros discos en directo que salieron al mercado.
La creación del Funk y sus mejores años

Y resultó que a James se le acumuló el trabajo durante el resto de la década de los sesenta, con éxitos como I’ll go crazy, Think, Shout and Shimmy, Prisoner of Love o I feel good. Sin embargo, dio con la fórmula de su éxito cuando, a partir de 1965, comenzó a resaltar el ritmo sobre la melodía durante toda una canción (Papa’s got a Brand New Bag), incluyendo compases asincopados y rasgueos de guitarra haciendo de puente.
Esta seña de identidad también formó parte del tema Cold Sweat, de 1967: el modo «1» consiste en una repetición rítimica en un acorde estático. Sin saberlo, Brown acababa de sentar las bases del Funk, un género que propició el desarrollo de la música disco, el afrobeat y el Hip-Hop durante los años venideros.
Lo que ocurrió después fue que James vivió sus años más prolíficos, en los que se construyó el grueso de la música que ha llegado hasta nuestros días: en 1970 vio la luz Sex Machine, número 1 en las listas de R&B en ese mismo año, y máximo exponente de lo que Brown aportó a la música.
El legado del ‘Rey del Soul‘

Hay una cualidad que define a Brown por encima de las demás: muchos artistas se refirieron a él como «el trabajador más duro del mundo del espectáculo«, título honorífico respaldado por sus más de 300 conciertos solo en el apogeo de su carrera.
También era conocido por la disciplina férrea con la que trataba a sus músicos, llegando incluso a ponerse violento con ellos si cometían algún error.
Hablando estrictamente de música, Brown popularizó la concentración de todos los instrumentos en generar un ritmo por encima de la melodía, algo sin precedentes en su época.
Finalmente, Brown nos dejó a causa de una neumonía durante la madrugada del 25 de diciembre de 2006, mientras permanecía ingresado en un hospital de Atlanta. Desde la Big Band de Alcalá de Henares, rendimos homenaje a su figura con la interpretación de I Feel Good, compuesta originalmente en 1964.